El Gemelo Fantasma
La doblez y la duplicación
Desdoblando personajes o duplicando gestos, los rostros femeninos acá reunidos parecen extender unas credenciales expresivas urgidas de liberarse, dislocan apariencias que, entre tenues y discretas, levantan sus propios enigmas. Y a propósito de las texturas interpuestas, habría que preguntarse: ¿Son esos velos modos de ocultarse - al estilo de los amantes que se tratan de usted en la narrativa de Proust - o funcionan como dispositivos privilegiados para darse a conocer, como superficies para darse a ver, como puros afanes de darse literalmente al otro?
- Si se quiere expresionista, el ambiente propuesto por Cristias desconfía de la histeria cromática, apostando por gamas más sobrias, por tomas más sombrías que, no por discretas, dejan de asombrarnos.
Vaporosas o en tránsito de evaporación las imágenes se dotan, con la complicidad del registro fotográfico, de otro halo, de un segundo aire, a manera de fragmentos desprendidos por unos cuerpos que aspiran a prolongarse en la retina del observador o quizá a desaparecer en ella.
- Julio Hevia Garrido Lecca
- El Gemelo fantasma adaptado del concepto teórico de Jean Baudrillard, manifiesta en el retrato fotográfico la re-duplicación del cuerpo. Sugiere un derrocamiento del mito de la individualidad, deslindando fragmentos idénticos de una corporeidad que se asume indivisible. El gusto por esta doblez surge como una alternativa del retrato convencional, particularmente de aquellos carentes de formas de seducción, que no saben más que exponer al gemelo lánguido, la versión sin vida de uno mismo. Resulta que el fantasma es todos los demás rostros que se pueden tener, urgidos por liberarse de la cara única que la tradicionalidad fotográfica sugiere.
- En esta serie de imágenes, la seducción parte de la alteridad, de la condición de ser un otro ante uno mismo y toda la incertidumbre y deslumbramiento que eso conlleva. Seduce aquello que no se termina de definir, que abandona su condición de “uno”, de cuerpo entero, por la multiplicidad y los fragmentos desordenados y repartidos que se regeneran en la aleatoriedad de la larga obturación y dos o más destellos de flash, todo en la misma toma.
Los retratados en esta serie se han visto de cara a su propio fantasma, separados del cuerpo, existen como una forma dual repleta de desbordamientos. Es así que el personaje se eleva por encima de los rostros mudos de los cadáveres fotográficos. Cuando las caras no tienen nada de qué hablar, queda solo arrancarlas y dejar que los velos y las máscaras creen sus propios escenarios, que sean exorcizadas hasta que se rompa la trampa de la semejanza y se extienda la escenificación de lo secreto.
- Cristias Rosas Chocano